Mamut, el emprendimiento que nació en un recinto familiar, ahora se destaca por exportar variados productos y establecer fábricas en la región.
El éxito de un negocio está ligado a desafíos constantes, pero lo que realmente distingue a un emprendedor es su habilidad para transformar esos obstáculos en oportunidades de crecimiento y desarrollo. He aquí la importancia de cambiar los “No” por un “Sí”, lo cual radica en la acción, no solo en las palabras.
Este es el sueño que comparten tres amigos desde hace más de una década; Manuel Laredo, Antonio Laredo y Ronald Gonzales, quienes en una modesta cocina crearon la primera baldosa de caucho, dando vida a su visión de “convertir la basura en un recurso valioso”.
Así nació Mamut, una empresa que ya trascendió fronteras y desafíos, desde ganar el concurso de innovación Innova Bolivia hasta establecer fábricas sostenibles en Paraguay y Bolivia. Hoy se distingue por su compromiso con la construcción de ciudades sostenibles a partir de productos fabricados con materiales reciclados de cubiertas en desuso.
Hablar de Mamut actualmente, es sinónimo de referencia en la industria de la sostenibilidad urbana en Paraguay, tras marcar hitos importantes como la creación del primer parque hecho 100 % de caucho reciclado, hasta la ejecución del primer ekoparque seguro para el sector público en Encarnación.
La firma también llegó a exportar pavimento continuo a Brasil para el parque Das Aves, gracias al liderazgo visionario de Ronald Gonzales. “Mamut no solo transforma desechos en recursos valiosos, sino que también construye un futuro más sostenible y próspero para las comunidades donde opera”, remarcó.