Marcelo Berenstein
El ecosistema emprendedor puede hacer un aporte magistral en tiempos de coronavirus. Tiene ejemplos magníficos para compartir y ayudar a cambiar la mirada.
En las últimas dos décadas, los emprendedores han sentado parte de las bases de la realidad que el coronavirus obliga a implementar para seguir trabajando hoy en día.
Mientras sector público y privado se ve forzado a teletrabajar, para la mayoría de los emprendedores es una cotidianeidad.
En menos de siete días he recibido más de 20 comunicados de prensa con tips sobre Home Office, pero la realidad es que la mayoría de las empresas no están preparadas para hacerlo eficientemente.
Cuando el mundo se enfrenta a una crisis que pone en tela de juicio mucho de sus valores, hay pequeñas grandes acciones que el ecosistema viene practicando como el coworking, la transformación digital, crowdsourcing, crowfunding, open source, crowlending, open space, entre otras. Cuando la pandemia quede atrás, sería bueno que muchas de estas herramientas que el emprendedor conoce y practica, se extiendan al sector público y privado para poder horizontalizar el acceso a mejor salud y educación de calidad, por ejemplo.
Los emprendedores también han mostrado una capacidad extraordinaria para la resiliencia y encontrar oportunidades en las crisis y pueden servir de faro para iluminar el camino a otros.
Cambiar la visión
La vida es un emprendimiento comunitario. Si bien cada uno de nosotros tiene una responsabilidad indelegable e intransferible, lo importante es reconocer el sentido de integración que se nos fue dado en este emprendimiento. Parece una frase hecha (y si lo es, ¿qué?), pero ¿cuántos comprenden el sentido real de la vida? A juzgar por lo que se ve, se oye, se dice y se siente, parecieran ser muy pocos.
Sólo asumiendo tamaña ceguera y/o ignorancia podemos entender las diferentes versiones de las miopías actuales.
Si en este emprendimiento llamado Humanidad cada cual pusiera su energía en su viga personal y no la dispersa viendo la paja en el ojo ajeno, seguramente la historia sería otra.
Ya sé que lo que primero se te viene a la mente son los gobernantes y políticos, a mí también me suele pasar. Pero si esperamos que el cambio se produzca de arriba hacia abajo, o de afuera hacia adentro, estamos perdidos.
Sólo si yo cambio, el mundo cambia. Como decía Gandhi: “Se el cambio que quieres ver en ver en el mundo”.
Hagamos el esfuerzo de predicar con el ejemplo. Si somos coherentes en pensamiento, palabra y acción, seguramente, también lo seremos en "votación" y ya no habrá lugar para aquellos embriagados de poder.
Reestablecer el equilibrio
Con mucha sabiduría, la psicóloga italiana Francesca Morelli afirma que “dejemos de buscar culpables o de preguntarnos por qué ha pasado esto, y empecemos a pensar en qué podemos aprender de todo ello. Todos tenemos mucho sobre lo que reflexionar y esforzarnos. Con el universo y sus leyes parece que la humanidad ya esté bastante en deuda y que nos lo esté viniendo a explicar esta epidemia, a caro precio”. (lee aquí el texto completo de la Lic. Morelli).
En mis charlas, hago hincapié en la necesidad de cambiar los malos hábitos, los malos pensamientos, las malas actitudes y acciones; y lo hago con un ejercicio bien simple: tiro tierra dentro de un vaso de agua y luego hecho agua limpia haciendo que el vaso rebalse hasta volver a quedar lleno de agua limpia.
Con este simple pero contundente ejercicio, nos damos cuenta de que el primer paso para limpiar es dejar de ensuciar.
La naturaleza da señales y nuestra soberbia nos dejó en los umbrales de la autodestrucción.
Finalizada la pandemia, la humanidad tendrá una nueva oportunidad de repensar sus modelos productivos, económicos, sociales, ambientales y políticos. Si repetimos la historia, tal vez no haya nuevas oportunidades, pero si hacemos los ajustes necesarios, nuestro futuro será más similar a lo que soñamos
Feliz semana, felices emprendimientos, feliz vida para todos.