Gaby Rojas Teasdale
Presidenta de la Fundación Transformación Paraguay
@gabyteasdale www.liderazgo.com.py
El 2019 fue un año duro para muchos. El final de la década nos recuerda que no hay logros sin sacrificios, sin trabajo duro, sin compromiso, y que aún así, las cosas pueden ir por mal camino, pero toca recuperarse, levantar la cabeza y enfrentar los desafíos que llegan con más pasión y pujanza. Por eso es importante tomarse el tiempo para trabajar en las metas anuales y hacerlo sabiamente.
A veces, la emoción de empezar el año hace que nos pongamos metas demasiado ambiguas y ambiciosas, que se desvanecen pasadas las primeras semanas. Creo que una de las principales fallas en este sentido se encuentra en definir nuestro propósito de forma ligera, visualizando vagamente lo que queremos lograr. Y no está bien prestar tan poca atención a lo más valioso que tenemos que es nuestra vida, nuestro día a día, nuestro transitar por este mundo.
Cuando nos planteamos ciertas metas y tomamos la decisión de fortalecer o crear nuevos hábitos, ya sea para crecer o generar cambios significativos, es siempre importante enfocarse primero en diseñar un plan de acción intencional con objetivos claros, concretos, específicos y medibles. Toda transformación requiere de un proceso largo, en donde el tiempo y el esfuerzo invertido diariamente definen los resultados y los avances que vamos teniendo en cada etapa y en cada área.
Me gustaría compartir con ustedes las siete áreas en donde me planteo objetivos todos los años. Imaginemos que nuestro plan tiene la forma de una pizza y cada pedazo corresponde a un área relevante de nuestras vidas. Empecemos por poner nombres a cada porción:
1- Dominio de nuestro ser: lo que invertimos en saber nuestras potencialidades y limitaciones, en manejar correctamente nuestras emociones, en sanar las heridas, en reconocer nuestra esencia, nuestro verdadero yo. Si nuestras vasijas se encuentran quebradas y vacías no podremos funcionar en otros espacios de nuestras vidas y mucho menos conectarnos de manera auténtica con los demás. Aquí inicia el primer desafío, el de centrarnos primero en nosotros mismos.
2- Energía: lo que invertimos en nuestra salud física, psíquica, emocional y espiritual. Qué actividades realizamos que nos generan bienestar y nos llevan a rendir efectivamente. Dónde encontramos paz, qué sentimos, qué pensamos, qué comemos, qué proyectamos.
3- Familia: lo que buscamos crecer como familia. Qué objetivos nos planteamos entre todos los miembros. El tiempo que pasamos juntos, si viajamos, nos divertimos, dialogamos y creamos momentos inolvidables.
4- Trabajo: cuán claras son mis metas. Si soy lo suficientemente productivo, sé cuánto quiero crecer, me esfuerzo lo suficiente como líder, sé lo que valgo y merezco, doy lo mejor de mí y analizo mis resultados diarios.
5- Dinero: cuál es mi plan financiero. Si soy responsable, ahorro, invierto y busco oportunidades de crecimiento económico.
6- Entorno: si tengo mentores que forman parte de mi círculo y me ayudan a crecer como profesional y como persona, si me conecto con los demás y mis relaciones son positivas. ¿Soy amigo? ¿Soy mentor? ¿Soy ejemplo? ¿Y los demás cómo me ven?
7- Legado: de qué manera lo que hago contribuye a hacer de este un mundo mejor.
Cada uno de estos puntos o preguntas pueden ayudarnos a identificar un objetivo concreto y específico para crecer en cada área. Intentemos, busquemos constantemente maneras de mejorar. Estoy segura que nos sorprenderemos de los resultados. Que el 2020 nos encuentre en movimiento, con los brazos abiertos para recibir y al mismo tiempo para dar. Que nos encuentre preparados para vivir de la mejor manera llenos de amor, fe inquebrantable, salud, y mucha alegría. ¡Salud!