Por: Gaby Rojas Teasdale
Presidenta de la Fundación Transformación Paraguay.
@gabyteasdale
En mi casa, niños más vacaciones suele ser sinónimo de cine en familia. Y es increíble cómo las películas infantiles vienen cada vez más cargadas de contenido y enseñanzas para todos. Un ejemplo que me sorprendió gratamente fue la película de Pixar Toy Story 4 porque nos dejó una serie de lecciones que muchos de sus personajes lograron transmitir de manera clara y sencilla y hoy me gustaría compartir contigo.
Forky, la nueva figura de la película, me sorprendió y cautivó por su autenticidad, por demostrar y asumir abiertamente el gran vacío que tenía gracias a las creencias limitantes de las que no podía liberarse. Intentó muchas veces volver a su pasado porque estaba seguro de que era basura y de que su lugar estaba entre la basura. Le costaba aceptar que su vida cambió y que ahora pertenecía a un nuevo lugar y tenía un grupo de amigos. Todos fácilmente podemos desarrollar una especie de “síndrome de Forky”. Cuando no nos reconocemos valiosos, cuando nuestros paradigmas no nos dejan ver más allá y cuando permitimos que las situaciones nos limiten. Todos en algún momento hemos enfrentando grandes vacíos existenciales, hemos perdido la fe y hemos dejado que la inseguridad y las circunstancias nos impidan avanzar hacia algo mejor. Forky necesitó la ayuda de Woody para lograr ver eso que él mismo no podía ver y, aunque al comisario le costó hacerlo entrar en razón, finalmente el simpático tenedor tomó conciencia y asumió el cambio.
Por otro lado, tenemos a Buzz Lightyear, quien decidió escuchar a su propia voz interior, a su propia conciencia, para tomar decisiones que lo llevaron a dar los pasos correctos. El hábito de parar por un rato para volver a nuestro interior, para encontrarnos con nosotros mismos, se vuelve hoy más necesario que nunca para lograr desde ahí caminar hacia eso que buscamos en la vida, dejando todo el ruido que tenemos alrededor y que muchas veces nos aleja de nuestra verdad y de nuestro verdadero trayecto.
La otra figura que me llamó la atención fue Gaby-Gaby, a quien inmediatamente durante sus apariciones juzgamos y catalogamos como “la mala”. Ella nos enseña sobre la empatía. Era un juguete diferente que se sentía excluido del resto porque tenía un defecto que hacía que nadie lo quiera y simplemente se sentía olvidada. Gaby-Gaby también sufría un vacío existencial y lo único que buscaba era amor. Muchas veces nos ocurre que sin conocer verdaderamente a la persona que tenemos al lado opinamos, atacamos y herimos sin detenernos a observar la historia que hay detrás de ese ser. Solo cuando nos proponemos mirar con ojos de compasión y amor empezamos a entender y tenemos la capacidad de dar eso que el otro necesita.
Woody el gran personaje y líder de la historia de Toy Story nos enseña la importancia de sanar las heridas del pasado y, sobre todo, el desafío de aprender de cada una de las experiencias vividas sin olvidar que todo es parte de ese gran propósito que tenemos en la vida. Woody sabía cuál era su lugar en el mundo, siempre supo en qué posición jugaba y entendía que su prioridad era la de cuidar a los niños y a todos los demás juguetes con los que formaba un gran equipo. Al igual que muchos de nosotros, en un momento sintió la necesidad de cambiar, de asumir nuevos riesgos guiado siempre por su corazón. Woody nos enseñó que todo tiene un tiempo en la vida y que tenemos que ser capaces de reconocer los momentos y decisiones que nos lleven a eso que verdaderamente estamos buscando.
Nuestros amigos Woody, Forky, Buzz, Gaby-Gaby y Betty Bo Peep nos dejaron una hermosa lección: que cada uno de nosotros viene a este mundo con su propio talento y vocación, con fortalezas y también limitaciones, con luces y sombras. Somos seres humanos caminando juntos, aprendiendo, creciendo, colaborando y entendiendo que a pesar de las dificultades y las crisis que podemos enfrentar, nos tenemos unos a otros para lograr ganar el gran partido de la vida.
Nos enseñaron a descubrir que nuestra existencia cobra sentido al ser feliz haciendo felices a los demás.