Papá, esto es lo que yo quiero hacer”, advirtió con determinación Montserrat Viveros a su padre, Carlos, después de terminar su primer entrenamiento de esgrima cuando tenía solo 8 años. Y ya no hubo vueltas atrás. Hoy, con 18 años, sumada a la experiencia de competir en varios certámenes de su disciplina y haber conquistado infinidad de preseas de oro, plata y bronce, la joven atleta trabaja en su próxima meta: Los Juegos Olímpicos de París 2024.
De niña practicó voleibol, handbol y basquetbol, pero nada la convencía. Ella soñaba con un deporte que le permitiera desarrollar todas sus habilidades. Quería ser como esos atletas que descubría en las páginas de los diarios o revistas deportivas, aunque en lo más profundo de su corazón añoraba tener la destreza que El Zorro mostraba en las películas y que ella veía reflejada en su padre, al que le gustaba practicar la esgrima. Por eso aquellos cinco minutos de empuñar una espada en la escuela de esgrima, fueron decisivos para Montserrat Viveros. Fueron cinco minutos de plena conexión, como si fuera amor a primera vista.
“Desde pequeña siempre estuve muy interesada en probar cosas fuera de lo común. Esto también lo llevé al plano deportivo cuando me tocó elegir una modalidad. Escogí la esgrima por ser poco usual en Paraguay y un deporte muy distinto a las demás disciplinas que gozan de buena cantidad de adeptos”, relató.
Y no se equivocó. El futuro le deparó una carrera prometedora en la que, incluso, se consagró campeona en reiteradas ocasiones. Monserrat cuenta que de la mano de su padre fue ganando experiencia y agilidad. Refiere que a los 14 años conquistó su primer campeonato panamericano en la categoría infantil y que ese triunfo fue un aliciente en su vida de deportista. Y es que era la primera vez en la historia que la esgrima paraguaya obtenía una medalla panamericana, nunca antes lo había hecho en categoría alguna. “Gracias a eso fue que decidí quedarme en la esgrima, tomarla de manera profesional y como un estilo de vida”, confiesa.
Dejar en alto los colores de la bandera de Paraguay es su motivación. Por ello entrena duro para cada competencia, para desarrollar al máximo la concentración, coordinación y los reflejos. Afirma que “el trabajo duro vence al talento cuando el talento no trabaja duro” y que por eso siempre permanece en posición de puesta en guardia.
“Tengo dos grandes sueños por cumplir. El primero, traer a Paraguay la primera medalla de oro olímpica, y, el segundo, llegar a convertirme en una profesional en la carrera de Administración de Empresas”, revela Montserrat.
También comenta que actualmente recibe el apoyo del Comité Olímpico Paraguayo y es becaria de la Secretaría Nacional de Deportes, institución que la integró a la Élite Deportiva del Paraguay, por ser atleta de alto rendimiento. Además, suma el acompañamiento de la empresa Meta Sports, que le provee de equipamientos deportivos para realizar todos sus entrenamientos y competencias a la perfección. “Es de suma importancia que los deportistas puedan conseguir apoyo de varios tipos de empresas -ya sea deportiva o no- para poder seguir con su carrera deportiva, ya que, sin apoyo, se torna muy difícil demostrar lo que uno vale”, puntualiza.