Marcelo Codas Frontanilla
Twitter: @CodasMarcelo
La empresa familiar, que se inicia en la mayoría de los casos como un emprendimiento personal del fundador, en general, transita su vida durante mucho tiempo sin contar con un gerente general.
Al principio, el fundador abre y cierra la oficina, es vendedor, cobrador, contador, etc. Luego se van incorporando los funcionarios y cuando los hijos tienen edad de trabajar van ingresando también a la empresa. El negocio sigue así durante un buen tiempo hasta que surge la idea de incorporar a un gerente general.
El gerente general cumple, fundamentalmente, con cuatro funciones: el planeamiento, la organización, la dirección y el control. Así, es quien planifica las actividades para alcanzar las metas, asigna actividades, coordina los recursos internos, representa a la compañía frente a terceros y controla las metas y objetivos.
En nuestra experiencia, en no pocos casos, nos hemos encontrado con familias que piensan incorporar un gerente general con la idea que el mismo solucionará todos los problemas existentes en la empresa. Es como si fuese una pastilla para un dolor de cabeza, que un tiempo después de ingerirla uno quedará curado.
Si bien la incorporación de un gerente general es importante y es un paso natural en el crecimiento y profesionalización de la empresa es conveniente que la compañía, la familia y los colaboradores estén debidamente preparados. En caso contrario, la incorporación de un gerente general podría tener un efecto boomerang y el remedio podría llegar a ser peor que la enfermedad.
En este sentido, algunos fundadores de empresas familiares comentan que no han tenido buena experiencia con la incorporación de un gerente general. Y, dicen que posiblemente el principal motivo del fracaso fue que no hubo una preparación previa de los miembros de la empresa para recibir a un nuevo funcionario con cargo gerencial.
A dicho respecto, es conveniente que cuando se incorpore el gerente general el Directorio esté activado, haya un buen gobierno corporativo y no existan crisis familiares de importancia.
En el caso de las empresas familiares, en nuestra opinión, una buena opción es que el primer gerente general sea un miembro de la familia ya que este tiene un acabado conocimiento de la situación no solo de la empresa, sino también de la familia. Esta situación le será de mucha utilidad para el eficaz desempeño de sus funciones. No obstante, si no existe un miembro de la familia que esté capacitado para cumplir con este rol, necesariamente deberá buscarse afuera este recurso.
Raúl Serebrenik señala que existen dos elementos que deben tenerse en cuenta a la hora de definir la adopción de un modelo que cuente con un gerente que sea ajeno a la familia: relacionamiento y confianza. Con relacionamiento se hace referencia a la interacción del gerente con todo el personal de la empresa, tanto socios como empleados. La confianza responde a un concepto de respeto que involucra no modificar aquello que es vital para los socios.
Finalmente, debemos señalar que la incorporación de un Gerente General es un paso muy importante en una Empresa Familiar que debe ser abordado con mucha responsabilidad, paciencia y profesionalismo para que rinda los frutos deseados para la empresa, la familia y los colaboradores.