Ángelo Palacios
Twitter: @angelopalacios
“Debemos ser justos con los trabajadores en relación de dependencia, como también debemos ser justos con los empresarios que generan empleo”. Hemos visto en Venezuela y otros países cercanos las consecuencias de castigar a los empresarios solo porque “tienen más dinero”. Esta columna no reinventa la rueda, solo me remito al concepto de la Economía Social de Mercado, la cual tiene mucha cercanía con las 450 páginas de la Doctrina Social de la Iglesia. Sin menospreciar en absoluto a ninguna escuela de economía y a ganadores de premios Nobel, esta institución milenaria ha conocido de cerca todos los gobiernos y sistemas políticos del mundo desde el año cero. Así, una de las cosas que siempre me pregunté fue si era posible lograr juntar estas dos cosas, aparentemente tan contrapuestas: fe y economía. Pero en esta concepción ofrecen una muy buena mezcla. “La propiedad privada es legítima para garantizar la libertad, y, la dignidad de las personas, para ayudar a cada uno a atender sus necesidades fundamentales y las necesidades de los que están a su cargo”.
En este sentido, uno de los principales temas es el debate sobre la propiedad privada y las decisiones de algunos gobiernos de estatizar o encargarse de estas cosas para lograr mayor justicia social. El concepto del destino universal de los bienes dice que la propiedad privada, adquirida por el trabajo, o recibida de otro por herencia o por regalo, tiene la función original de que la misma debe estar al servicio de todos. La propiedad de un bien hace de su dueño un administrador a fin de hacerlo fructificar y comunicar sus beneficios a otros, sobre todo a sus más cercanos. El Sr. J. Schreiner, apreciado ex profesor mío en la facultad, escribió en su columna que la Economía Social de Mercado o ESM es “Una concepción político-económica, flexible, producto de una síntesis entre la libertad amplia garantizada por el Estado de Derecho y los ideales de seguridad y justicia social”. Texto completo en el sitio: www.quoipro.com.
En otras palabras, los paraguayos que hoy están mejor económicamente deben saber que sus bienes “aun cuando son poseídos legítimamente, conservan desde su origen un destino universal”, ya que toda forma de acumulación indebida no es justa y además genera el caldo de cultivo para que se predique el mensaje de odio al rico por parte del socialismo extremo que ya tanto daño ha hecho en el mundo. Similarmente los paraguayos que hoy no están bien económicamente deben saber que la violencia y la imposición no son el camino correcto. Texto completo de la Doctrina Social se halla disponible en www.vatican.va. Es evidente que es difícil y a veces casi imposible soportar las injusticias de los más pudientes, quienes muchas veces no tienen el don de la generosidad total, por ello, para regular a este segmento está el Estado, que a través de impuestos razonables, y un justo presupuesto de gastos e inversiones, puede ayudar a generar más empleo y crecimiento del total de la economía; en casos extremos podrá dar ayuda directa a algunos sectores, pero nunca hacerlo masivamente como se ha hecho incorrectamente en algunos países cercanos; nunca se debe fomentar la pereza y la impunidad desde el Estado.
Los bienes de la producción requieren de la protección a sus dueños para que el fruto pueda aprovechar al mayor número de personas. El gobierno tiene el derecho y el deber de regular este derecho en función del bien común y la justa distribución de sus frutos. Es como un padre de familia con sus hijos: Si uno de los hijos es más capaz económicamente que el otro y ha logrado acumular más bienes gracias a su inteligencia y su trabajo, no por ello debe dejar a un hermano en la familia pasar hambre simplemente porque no tuvo la salud, la inteligencia, o quizá las mismas oportunidades que tuvo el otro. El extremo socialista de Venezuela es grave, así como fue igual de grave el gobierno anterior de derecha que descuidó a los más necesitados y permitió el surgimiento del socialismo extremo gestado en el odio y el resentimiento social. Finalizando con la analogía del padre de familia, y no estoy hablando tampoco de un paternalismo extremo, al contrario, el Estado debe tomar protagonismo para buscar con sus políticas la justicia tanto para con los empleados en relación de dependencia como para con los empresarios quienes generan estos empleos. Aristóteles siempre decía que “En el medio está la virtud”.