La opinión pública debate en este inicio de año la iniciativa del Ministerio de Educación y Ciencias en alianza con dos importantes cadenas de supermercados, “Tu vuelto da vuelta: Al colegio con mi pupitre”. No demoraron en salir a la luz diferentes posiciones a favor y en contra, sobre todo. Se trata de un debate desatinado y hasta paradójico, puesto que estamos discutiendo si vale la pena o no dar nuestro “vuelto”, nuestras “monedas”, lo que “nos sobra”, a la educación de nuestro país.
Todos los años, con monedas o sin monedas, sucede lo mismo: de enero a marzo los medios de comunicación y la opinión pública se asombran y debaten sobre el estado deplorable de nuestras escuelas y colegios, lo mezquinamente tarde que llegarán los kits escolares, las licitaciones para las meriendas y los almuerzos escolares, las recurrentes preguntas por diferentes fondos, royalties y otros mecanismos de financiamiento para el fortalecimiento de nuestro sistema educativo y, ni hablar, de los alumnos que darán clases bajo los árboles, entre otros temas.
En términos generales, nuestra conciencia y preocupación social sobre el problema de la educación termina allí: discutiendo la infraestructura. Si bien es un problema importante, nuestro sistema educativo tiene carencias estructurales y de diseño mucho mayores y más difícilmente solucionables, que deben ser objeto de profunda discusión y cuya resolución debe movilizar a todos los sectores de nuestra sociedad.
Paraguay muestra un sistema educativo que responde a la Segunda Revolución Industrial y que intenta, a los tumbos, pasar a la Tercera. El mundo ya está entrando a la Cuarta Revolución Industrial, lo que nos obliga a apurar procesos y saltar etapas. Debemos evolucionar de una educación que enseña a aprender de memoria a una que enseña a aprender a aprender, a forjar criterio y creatividad. Nuestro método asume que los maestros tienen el monopolio de la información, siendo que toda se encuentra en internet, cada vez más amplia y de más fácil acceso.
Este año volví a participar del Foro Económico Mundial en Davos, donde Klaus Schwab, fundador de esta organización se preguntó cuál era el futuro del socialismo y del capitalismo en vista a esta Cuarta Revolución Industrial, y él dijo que estas ideologías van acompañadas de las anteriores revoluciones, pero que el futuro no tiene nada que ver con ellas. Además, agregó que el futuro tiene que ver con el talentismo, en el cual la escasez de talento es el problema, no de capital.
La definición de “talento” no tiene que ver con el conocimiento técnico de una persona en determinada área o materia. Se refiere, coinciden los diccionarios, a la aptitud que una persona tiene para aprender las cosas con facilidad o para desarrollar con mucha habilidad determinadas materias. Nuestra educación debe ser formadora de talentos, no de abogados, agrónomos, bachilleres técnicos, contadores ni arquitectos. Debemos enseñar a pensar, a hacer las preguntas correctas, a razonar, a aprender a aprender y a aprender a emprender.
Nuestro sistema educativo tiene que revisar su malla curricular para modernizarla e incluir el emprendedurismo como un elemento central. Esto debe entenderse en un sentido amplio; de dotar a nuestros jóvenes del empuje y las herramientas que necesitan para llevar adelante su proyecto de vida y alcanzar sus sueños formando jóvenes emprendedores tendremos mejores profesionales, mejores trabajadores, mejores emprendedores sociales, mejores empresarios. Esto no quiere decir que deben cerrar los bachilleratos y universidades actuales, todo lo contrario, necesitamos a las “viejas profesiones” aplicando esta nueva mirada. Además, debemos cambiar la pedagogía y para ello necesitamos trabajar mucho en los métodos que actualmente se emplean, pero trabajar más aún en la formación y jerarquización de los maestros que enseñan en nuestras escuelas. Si tenemos maestros mediocres, obviamente solo lograremos alumnos de igual calidad. Debemos, además, lograr que la evaluación por competencias permee y sea una realidad bien aplicada en todas nuestras escuelas y colegios, porque el rol que juega la misma en destacar los talentos correctos es esencial.
Pero la educación es tarea de todos. El niño se forma primero en la familia, luego en la escuela y finalmente en la sociedad. El rol de la familia es esencial y la interacción de esta con la escuela debe ser coordinada y bien informada. Las escuelas deben ser abiertas e incorporar a las familias de manera a intercambiar suficiente información sobre la condición de cada estudiante y reforzarse mutuamente en esta tarea que tienen en común. Familias y escuelas enfrentadas o familias que creen que el niño solo se educa en la escuela solo logran resultados educativos paupérrimos.
Por supuesto que un buen sistema educativo también requiere una infraestructura apropiada, con escuelas y pupitres dignos, con kits escolares entregados a tiempo, con acceso a internet masivo, con merienda escolar apropiada. La modernización de la educación debe venir de la mano con la dignificación de esta: Un niño con necesidades básicas insatisfechas frente a una computadora de última generación jamás alcanzará su mayor potencial. Lograrlo conlleva, no solamente obtener mayores recursos y mejor distribución de estos para el MEC, sino que los mismos sean gestionados eficiente y transparentemente evitando todo tipo de corrupción. No es un desafío menor.
Si integramos todos estos elementos, si nuestro sistema educativo logra que cada niño y cada joven encuentre su elemento, es decir, aquello que sabe hacer y le apasiona, desarrollaremos como país un gran capital de talentos. En esta Cuarta Revolución Industrial, los países más ricos serán aquellos que concentren la mayor cantidad de talento humano porque eso les permitirá desarrollarse a través de la innovación.