Marcelo Codas Frontanilla
Twitter: @CodasMarcelo
Si bien en nuestro país no tenemos datos estadísticos oficiales, pero de acuerdo a la información con la que se cuenta, podríamos decir que aproximadamente entre un 75% y 80% de las empresas paraguayas son familiares. Esta situación está alineada con la de los demás países de la región, y se la considera un fenómeno mundial.
A pesar de ello, en general se mira a las empresas familiares poniendo mucho énfasis en sus debilidades y no así en sus fortalezas.
La mayoría de los lectores habrá asistido a alguna charla sobre empresas familiares. Estas, por lo general, se inician con una referencia a la alta mortandad de las mismas. Y así se dice que 30% de ellas llega a la segunda generación y solo 15% a la tercera, siendo en algunos casos, inclusive, menores estos porcentajes.
Así mismo, se escuchan refranes tales como “Abuelo fundador, hijo gastador y nieto mendigo” o “Padre comerciante, hijo caballero y nieto limosnero”.
Esto denota que, como decíamos antes, en no pocos casos, se mira a las empresas familiares desde lo negativo y con la idea que es muy difícil la continuidad por varias generaciones.
Sería muy interesante que miremos a las empresas familiares desde lo positivo, poniendo énfasis en sus fortalezas. Esto no implica desconocer las dificultades propias de conjugar familia y empresa, sino que significa abordar a estas desde la idea fija que “se puede”.
Pero, desde luego, no solo debemos tener la idea, sino que debemos llevar esta a la acción para lo cual es fundamental capitalizar y potenciar la tarea de cada generación, tal como lo señala Manuel Bermejo: “todas aportan algo. La primera, creando la empresa. La segunda, haciendo que las cosas se hagan de una manera más institucional. Y la tercera, dando otro salto hacia la transformación digital, la internacionalización, el desarrollo de nuevos productos y servicios, etc”.
En la medida en que llevemos la idea del “se puede” a la acción, podremos avanzar decididamente hacia la consolidación de la empresa familiar y su trascendencia en el tiempo. De esta manera, cambiaremos los refranes mencionados, por otros, como por ejemplo “Abuelo fundador, hijo consolidador, nieto modernizador”.