Por: Guido R. Brítez Balzarini
Socio Gerente de Sunergos.
El líder autoritario es uno muy orientado al logro de resultados y, al mismo tiempo, poco o nada orientado al mantenimiento de buenos relacionamientos con sus colaboradores y, además, se caracteriza por ser una persona injusta con la gente a su alrededor. Este líder prácticamente es ciego a las necesidades humanas básicas de seguridad, estima, respeto y sentido de pertenencia y, por lo tanto, cree que no son necesarias satisfacerlas para lograr resultados.
Las creencias limitantes son pensamientos que, aunque carecen de sustento para ser consideradas una verdad, son ciegamente acatados y actúan como reglas que ponen límites al campo de visión de las personas y, por lo tanto, disminuyen su capacidad para percibir y distinguir la realidad que ocurre a su alrededor. Como consecuencia, les impide desarrollarse como persona y como líder. La creencia limitante es considerada como una verdad absoluta por la persona que lo alberga.
Es muy posible que este líder albergue estas cuatro creencias limitantes claves:
Cree que la comunicación es unidireccional
No se da cuenta que la comunicación es bidireccional, de ida y vuelta, y que comunicarse implica no solo decir lo que uno piensa, sino recibir retorno, compartir, intercambiar ideas y no necesariamente estar de acuerdo. Esta creencia le genera una cantidad de desavenencias que impactan negativamente en su liderazgo.
A este líder no le gusta recibir retorno del impacto de su comportamiento en los demás. Por lo general, cree que lo no expresado por sus colaboradores desaparece al no ser escuchado; sin embargo, lo no escuchado queda aún más fuertemente adherido a la mente de sus colaboradores. La comunicación es la base de un buen relacionamiento, y si este líder no sabe comunicarse no puede conducir a su equipo de trabajo hacia un buen puerto.
Cree que los pensamientos u opiniones de sus colaboradores son irrelevantes para liderar
Estos líderes piensan que sus colaboradores carecen de percepciones, opiniones, emociones, sentimientos, necesidades o puntos de vista sobre lo que sucede en el área de trabajo y, por lo tanto, no los tiene en cuenta. De esta manera se corta el proceso de comunicación y disminuye la calidad de la relación necesarios para trabajar en armonía y el liderazgo es ejercido en un vacío que no puede conducir a resultados fructíferos.
Cree que la confianza, la cooperación, la solidaridad y el buen relacionamiento con su equipo son irrelevantes para el logro de resultados
Este líder parece creer que el buen desempeño puede florecer en un ambiente de encono, desconfianza y mala onda, y no se percata que cuanto más tenga en cuenta a las personas, mayores serán las posibilidades que le entreguen el mejor resultado posible. El buen líder se caracteriza por una alta orientación hacia los resultados y, al mismo tiempo, una alta orientación hacia las personas.
Cree que no es necesario ser influenciado por sus colaboradores
Si bien es cierto que técnicamente los líderes son los que deben influenciar a sus colaboradores, la dinámica de la interacción y reciprocidad humana requieren que los líderes, a su vez, se dejen influenciar por sus colaboradores para lograr resultados. Esto debe ocurrir especialmente cuando los colaboradores les hacen planteamientos sensatos y de valor; sin embargo, este líder ve como una debilidad el acto de ser influenciado por sus colaboradores.
Si un líder quiere aprender a liderar de manera más participativa, un buen camino es cuestionarse sus posibles creencias limitantes, como las mencionadas más arriba, y sustituirlas por unas más realistas. En resumen, ser consciente de las creencias propias es una buena manera de iniciar un proceso de cambio de estilo de liderazgo.