“Cambia, todo cambia,” escribió el cantautor chileno Julio Numhauser del grupo Quilapayún desde su exilio en Suecia en 1973 en una música que popularizó luego Mercedes Sosa. “Cambia lo superficial, cambia también lo profundo, cambia el modo de pensar, cambia todo en este mundo... y así como todo cambia, que yo cambie no es extraño”.
El nuevo gobierno tiene una inmejorable oportunidad para cambiar el rumbo del aprendizaje y la pobreza en nuestro país. Será en los próximos meses que podrá demostrar su vocación vanguardista o conservadora. Si no lo hace, desperdiciará una oportunidad única.
¿Porqué única? Por dos motivos. En primer lugar, porque estamos pasando por una época de pujanza económica que nos permite solvencia para encarar reformas. El FMI acaba de reiterar lo que el BCP nos dice: la economía crecerá más del 4% en el 2019, más que Argentina y Brasil. Sin embargo, eso no significa que estemos mejor que nuestros vecinos. Prueba de ello es que muchos paraguayos cruzan la frontera para acudir a sus puestos de salud y a sus escuelas públicas. Argentina y Brasil nos ganan en casi todo, de lejos. Lo único que tenemos es un presupuesto equilibrado, poca inflación y un clima de inversión cada vez más previsible. Esto no es poca cosa. Pero las inversiones interesantes siguen yendo a los vecinos.
En segundo lugar, porque estamos en los albores de la Cuarta Revolución Industrial que nos brinda tecnología revolucionaria. Valga un ejemplo. Los rayos X que fueron descubiertos hace más de 100 años están siendo sustituidos por la medicina nuclear y las imágenes moleculares. Así como la medicina cambió entonces, hoy nuevamente cambiará. Ya no se usarán imágenes convencionales que producen fotografías anatómicas estructurales, sino que se podrá ver qué pasa adentro de las mismas células, cómo se desarrollan las enfermedades, qué tipo de drogas y terapias funcionan mejor con ciertos tipos de pacientes, y cómo identificar a personas con riesgo de contraer ciertas enfermedades. Se podrá comprender los procesos fisiológicos del cuerpo y se podrá personalizar el tratamiento médico.
Si se puede personalizar el tratamiento médico, también se puede personalizar el aprendizaje. Uso este término para diferenciarlo de la educación tradicional, cuyos tres pilares de currículum, pedagogía, y evaluación están en una profunda crisis en Paraguay. El Fonacide invierte mayormente en infraestructura cuando que el problema principal no es acceso a los pupitres sino al conocimiento de comunicación y matemáticas.
El aprendizaje personalizado significa que prácticamente cada estudiante paraguayo pueda tener un profesor particular. ¿Cómo? Pues usando sus celulares y tabletas baratas con software que les permitan recibir instrucción precisamente donde necesitan. Pasan a la próxima lección cuando hayan dominado la anterior, lento pero seguro. Algunos chicos podrán usar programas predeterminados para avanzar a su propio ritmo y velocidad, otros podrán armar sus propios objetivos, aprender lo que quieran, y trabajar independientemente y/o con ayuda de instructores para desarrollar sus intereses, aprovechar sus fortalezas y lidiar con sus debilidades. Todo dentro de un espacio físico flexible diferente al esquema actual de pizarrón, maestra y alumnos.
El Semáforo de Eliminación de Pobreza creado por Fundación Paraguaya ya está embarcado en este cambio de paradigma. En vez de regalar pescado enseña a pescar, en vez de medir solo ingresos mide 50 indicadores relacionados con empleo, vivienda, educación, infraestructura, salud, organización y participación ciudadana, e interioridad y motivación. En vez que la Dirección de Estadísticas, Encuestas y Censos haga las mediciones, permite que las familias pobres midan sus fortalezas y debilidades. En vez de medir la pobreza de las personas, mide la pobreza de las familias. Nadie es pobre solo y nadie sale de la pobreza solo. En vez de trabajar con individuos aislados, trabaja con comités de mujeres, empresas, comunidades e instituciones gubernamentales.
En vez de tener un inflexible programa social único, el Semáforo de Eliminación es como la medicina nuclear y el aprendizaje individualizado. Cada familia se autodiagnostica, elabora su propio plan personalizado para salir adelante, y mide su progreso, indicador por indicador. A corto plazo las familias eliminan la pobreza que les aqueja con su propio esfuerzo.
Al igual que en el Semáforo la pobreza se desglosa en indicadores alcanzables por la familia y eso los motiva a resolverlos, necesitamos desglosar el currículum, pedagogía y evaluación de nuestro sistema educativo para que el alumno pueda elegir qué quiere aprender. El aprendizaje solo ocurre cuando el estudiante se siente motivado, es decir, “vale la pena” el esfuerzo.