Los caballos logran estímulos muy beneficiosos para niños que padecen alguna discapacidad física o intelectual. Por ello las terapias ecuestres se convierten en un aliado fundamental para mejorar la calidad de vida de los pacientes y ayudarlos a integrarse.
Del establo del Instituto FE (Fundación Equinoterapia), situado en Mariano Roque Alonso, salen nobles caballos que al entrar en contacto con niños y adolescentes tienen la virtud de generar respuestas favorables a nivel físico, psíquico o emocional.
Por definición, las terapias ecuestres realizadas con un enfoque profesional, científico, médico, terapéutico, pedagógico, deportivo y recreativo; son aquellas que utilizan al caballo para la habilitación, rehabilitación, integración y desarrollo; tanto físico como psíquico, emocional y social de las personas.
El Instituto Ecuestre FE trabaja aplicando terapias ecuestres profesionalmente desde 1998. En estas dos décadas de trayectoria, sus profesionales se han capacitado tanto localmente como en el exterior, presentando incluso sus trabajos terapéuticos en congresos internacionales.
La selección del animal para terapias, es esencial. “Las características psicofísicas del caballo como ser: raza, color, tamaño, temperamento, docilidad, variedad de pasos y otras son algunas de las observadas para la selección de los mismos, acorde a las peculiaridades de cada paciente o alumno y a los objetivos terapéuticos que nos trazamos en cada metodología”, destacó Elena Murdoch directora del Instituto Ecuestre.
Los caballos seleccionados minuciosamente para esta noble tarea, emiten a través de sus músculos dorso-lumbares aproximadamente entre 2.250 a 3.000 oscilaciones por minuto. Esas vibraciones suben por la médula espinal hasta el hipotálamo y allí van grabando el patrón de marcha tridimensional; similar a la deambulación del humano.
“Es decir, aprovechamos los movimientos tridimensionales del caballo al paso, para estimular músculos y articulaciones del paciente. El vaivén que proporciona el caballo a quien lo monta: hacia arriba, abajo, adelante, atrás y hacia los lados, es un movimiento que resulta ser del único animal en el mundo, con movimientos semejantes al caminar humano”, explicó Elena.
Estas mismas oscilaciones pasan al cerebelo; allí se encuentra el sistema límbico, parte del cerebro que incluye el tálamo, el hipotálamo y la amígdala cerebral, que regulan las emociones, la memoria, el hambre y los instintos sexuales. En esta fase, se estimula la autoestima, la fuerza del poder hacer, la independencia y todos los sentimientos de bienestar que nos brinda el medio ambiente. Además, el contacto con el caballo aporta facetas educativas y terapéuticas a niveles cognitivos, comunicativos y de personalidad.
“Por su naturalidad, las terapias asistidas por caballos influyen en la totalidad de las personas; en sus áreas orgánica, funcional, psíquica y social. Los proyectos pueden ser individuales, en los que se trabaja con una sola persona o colectivos, trabajando con varios alumnos o pacientes”, señaló.
Existen diferencias entre las terapias ecuestres y la equitación clásica. En las disciplinas ecuestres, el jinete es quien actúa sobre el caballo buscando su colaboración para realizar el ejercicio que se proponga o la disciplina ecuestre que practique. En las terapias ecuestres, es el caballo el que incide en el jinete, a partir de unos objetivos planteados por el terapeuta profesional de la salud, aprovechando los estímulos que nos proporcionan la monta y la relación con el caballo.
Los beneficios para los pacientes son numerosos y abarcan diferentes áreas del ser humano. En la parte psicológica y emocional, fomenta el sentimiento general de bienestar, aumenta el interés en el mundo exterior y en la propia vida, incrementa la respuesta ante situaciones de riesgo, hace evolucionar la inteligencia emocional, y corrige problemas de conducta”, destacó.
También disminuye la ansiedad, permite superar miedos, mejora la autoestima, la confianza y la concentración; propicia el poder vivir momentos de relajación e introspección, posibilita a las personas estar más en contacto con el mundo natural, mejora el control emocional y la autodisciplina.
“En el área de comunicación, aumenta el vocabulario, desarrolla la comunicación con el caballo, mejora y aumenta la comunicación gestual y oral, mientras que en el área de socialización incrementa la interacción social y la amistad, hace lúdico el presente, fomenta patrones de relación adecuados en un entorno natural, y desarrolla el amor y el respeto hacia los animales”, sostuvo la directora del Instituto Ecuestre.
En el área física y psicomotora, mejora el equilibrio, fortalece la musculatura, mejora la coordinación, la rapidez de reflejos y la planificación motora, estira la musculatura espástica o tensa, aumenta la capacidad de movimiento de las articulaciones, reduce los patrones de movimiento anormales, mejora la capacidad respiratoria y circulatoria; y potencia la integración sensorial.
Finalmente, en el área pedagógica, potencia la secuenciación y la planificación motriz, mejora la coordinación óculo-manual, potencia la percepción visual espacial, el conocimiento del esquema corporal, potencia la adquisición de aprendizajes dentro del ámbito ecuestre (conceptos matemáticos, iniciación a la lectura, iniciación a la verbalización, lateralidad, escritura, motricidad fina y gruesa.)
Son dos las metodologías profesionales utilizadas, según la Escuela de la Maestra María Ernst y el Dr. Manuel de la Fuente. Una de ellas es la “Hipoterapia integral y ocupacional”, que trabaja sobre todo el área física. “Es necesaria la presencia y asesoramiento de un fisioterapeuta, kinesiólogo, psicomotricista, traumatólogo o fisiatra, profesionales que deben montar a caballo con pacientes con problemas neuro-motores. Acompañan desde abajo, la psicóloga, la psicopedagoga, la fonoaudióloga u otro profesional según la necesidad de cada paciente o alumno, para la adquisición de aprendizajes en el área pedagógica, actividad social y relacional. El profesor de equitación, monitorea desde abajo del caballo, el asiento de montar del profesional de la salud y del paciente o alumno; así mismo, tiene la delicada tarea de vigilar y observar el comportamiento del caballo durante las sesiones, como gran conocedor de las reacciones del mismo”, detalló Elena.
La otra metodología es la “Equinoterapia integral y ocupacional”, que hace hincapié en las áreas pedagógica, psicológica, emocional, comunicación, socialización, adquisición de nuevos aprendizajes.
Las terapias asistidas por caballos van dirigidas a diferentes tipos de pacientes. Por ejemplo, la hipoterapia está dirigida a personas con discapacidades físicas, que están asociadas con el sistema nervioso central; ya sean congénitas, hereditarias o adquiridas. La equinoterapia, puede ser terapéutica; dirigida a personas con diversas discapacidades psíquicas y sociales. La psicóloga y la psicopedagoga, actúan en las áreas social-emocional, dirigiendo su atención a través de este método a personas con diversas problemáticas sociales, emocionales y personales.
Dentro del desarrollo de la equinoterapia, tenemos la Equitación Social; donde utilizamos las facetas terapéuticas y educativas que nos aporta el contacto con el caballo, con personas que no presenten ningún tipo de problemática psico-física. Es decir a la población en general- desde la estimulación temprana a niños desde los 6 meses- como problemas de aprendizaje, inadaptabilidad social, adicciones, alcoholismo en adolescentes y adultos”, mencionó.
En cuanto a las patologías o disfunciones atendidas por la hipoterapia son: Daño cerebral adquirido, síndrome de Down, XXXXY con retraso mental e hipotonía, traumatismo de cráneo encefálico, hemiplejía, parálisis cerebral, ataxias, distrofia muscular, esclerosis múltiple, politraumatismos, retraso psicomotor, lesiones medulares, hipotonía, microcefalia, ligero dimorfismo, entre otros.
Por la equinoterapia son atendidas patologías como espectro autista y sus clasificaciones, hiperactividad, discapacidad intelectual, dificultades de aprendizaje, trastornos por déficit de atención, síndrome de X frágil, síndrome de Klinefelter, Cromosoma 47, XXY, Síndrome de 22q, XXXY, grave retraso, retraso mental severo y otras patologías con síntomas similares a las citadas. En el área de la Equinoterapia Social/Emocional se tratan casos de inadaptación social, ligero
retraso mental, adicciones, depresiones, ansiedad, y stress.
“Es muy importante que todo paciente que opta por las terapias ecuestres, tenga un certificado médico que refleje que no existen ciertas contraindicaciones para montar a caballo. De todas maneras, nosotros como profesionales de la salud; solicitamos los estudios correspondientes para comprobar que el paciente o alumno está en condiciones psicofísicas para realizarlas, como ser estudios de radiología, resonancias, tomografías, medicación que está tomando y otros”, comentó.
Las contraindicaciones específicas para montar a caballo son: Paciente con Síndrome de Down con inestabilidad atlanto axial, problemas ortopédicos como la luxación de cadera, que hace que la abducción de cadera resulte dolorosa, osteoporosis severa, sobrepeso excesivo, hernia discal, síndromes ósteo-mio-articulares dolorosos en fase aguda, escoliosis de más de 40 grados con deformidad de cuerpos vertebrales, procesos degenerativos articulares, operados de columna con fijadores metálicos, cualquier limitación articular que impida que el paciente asuma una posición segura sobre el animal.
Pacientes que están empleando anticoagulantes, trastornos severos de conducta o agresividad, aquellos que padecen alteraciones alérgicas al pelo del caballo u otras afecciones dermatológicas donde el contacto con el animal pueda agravar los síntomas, hemofilia, epilepsia descontrolada o severa, lesiones de piel especialmente en las zonas de contacto con el animal, vértigo, entre otros.
Algo muy importante es que para emplear profesionalmente las terapias ecuestres, hay que estar en contacto directo con la OMS (Organización Mundial de la Salud) y tener el aval y regulación de esta entidad. Posteriormente, se debe conformar un equipo multidisciplinario de profesionales de la salud, adiestrados en equitación y profesores de equitación que realicen su trabajo desde abajo.
En el Instituto Ecuestre F.E., el equipo multidisciplinario de profesionales está conformado por psicóloga, psicopedagoga, fonoaudióloga, psicomotricista, kinesióloga, enfermera, profesor de equitación y voluntarios que actúan como estimuladores a los pacientes y alumnos.
“La principal satisfacción es constatar que las personas que se acercan a nuestra institución, reciben una cálida bienvenida y un tratamiento comprobado por su eficiencia y eficacia en la mejor calidad de vida a la que van accediendo a través de nuestra labor. Nos sentimos felices de ver la sonrisa de nuestros niños y adolescentes, acompañados de la plena felicidad de los padres al ver a sus hijos, montar a caballo”, concluyó Elena.